Apego y Sexualidad
Hablamos con Javier Gómez Zapiain, sobre este maravilloso tema y por supuesto, nadie mejor que él para hacerlo. Es Doctor en Psicología y Profesor Titular de la Universidad del País Vasco / Euskal Herriko Unibertsitatea e investigador en el campo del comportamiento sexual humano. Autor de diversas publicaciones en revistas JCR y monografías entre ellas “Apego y sexualidad” (Alianza Editorial, 2009) y “Psicología de la Sexualidad” (Alianza Editorial, 2013), «Terapia Sexual y Apego» (Alianza Editorial, 2018). Imposible resumir brevemente su trayectoria…
¿Ha evolucionado la Sexología?
Si ha evolucionado. Yo creo que la tendencia de la sociedad es a analizar todo lo que es peligroso. Estamos bastante influidos por los medios de comunicación y por todo aquello que genera alarma social, por eso el sexo está teñido de esa discusión negativista y destructiva. Esto pasa en todas las ciencias, en la medicina, en área sanitaria, en la psicología etc
Educación sexual, ¿Qué hacer?
Primero normalizaría el discurso de la sexualidad, lo sacaría de ese ámbito de lo secreto y lo privado. En segundo lugar, haría de la educación sexual algo obligatorio, que de hecho ya lo es pero nadie lo atiende, en los curriculums académicos.
Si habría que dejar algo fuera de ese currículum, desde luego no sería la educación sexual. Evaluaría a los centros para que esto fuera algo obligatorio.
Con algunos programas que hemos hecho con el Gobierno Vasco, lo que pretendíamos era que la educación sexual impregnase a los estudiantes desde ya primero de la ESO. El objetivo era que estos chicos acabasen la ESO empapados de conocimiento, para tener la garantía de que esos chicos salen a la vida con conocimientos afectivos, emocionales y sexuales.
A tu modo de ver, por qué la teoría del apego es tan importante en la comprensión de la sexualidad.
La teoría del apego se basa en la idea de que las personas se desarrollan en base a la interacción primigenia entre el bebé y las personas con las que mantiene una relación privilegiada a partir del nacimiento. La necesidad de supervivencia ha logrado a lo largo de la evolución de las especies una serie de sistemas de conducta que impulsan a la cría al contacto con el cuidador/a (figura de apego). Los adultos están provistos de sus propios sistemas de conducta que les permiten leer con precisión el estado mental del bebé. Cuando ambos sistemas de conducta actúan contingentemente, se establece el vínculo de apego que garantiza el desarrollo del bebé hasta su madurez. Esta experiencia relacional entre el bebé y sus figuras de apego se grava en la memoria en forma de engramas y registros cognitivo-emocionales que constituyen lo que conocemos como modelos internos, que regularán todas las relaciones interpersonales a lo largo de la vida, especialmente aquellas que implican proximidad psicológica. Es por esto por lo que la calidad de la experiencia vincular es tan importante. En la medida en que las figuras de apego, normalmente las madres y los padres, tengan capacidad de respuesta sensible, es decir, sean capaces de interpretar adecuadamente las necesidades del bebé, sean capaces de cumplir con sus funciones (ser base de seguridad y puerto de refugio), en la medida en que se presenten ante el bebé como incondicionales, accesibles y disponibles, contribuirán a que sus hijos sean seguros, confiados, con capacidad de exploración, con capacidad de regular las emociones y resilientes, en definitiva, personas seguras.
¿Qué relación guarda la seguridad del apego con la intimidad?
La intimidad es un espacio arriesgado donde el ser humano puede sentirse muy vulnerable. Es el lugar de lo íntimo, de lo más profundo, de lo secreto. Las personas inseguras se caracterizan por no sentirse confortables en este espacio. Tienden a tener miedo a la intimidad. Es como si pensaran: … si permito que alguien entre en el espacio de mi intimidad se va a dar cuenta de que realmente no valgo la pena y me abandonará. Este proceso, por supuesto, no es consciente. Sin embargo las personas seguras tienden a sentirse cómodas y confortables en este espacio, no necesitan defenderse, no tienen nada que temer. Por ello la experiencia erótica puede ser plena puesto que no es necesario defenderse de amenazas subjetivas. Esta hipervigilancia defensiva activa la ansiedad que, como sabemos, es incompatible con la capacidad de dejarse llevar por sensaciones voluptuosas. Aquí podemos parafrasear a Helen Singer Kaplan cuando afirmaba que gran parte de las disfunciones sexuales están relacionadas con el miedo a la intimidad.
¿Qué relación existe entonces entre el apego y la sexualidad?
A mí modo de ver la relación es evidente. El deseo erótico impulsa al individuo al encuentro con el otro con el fin de satisfacer necesidades eróticas. La proximidad psicológica, es decir la intimidad, activa los modelos internos, que filtran la percepción de la realidad e interfiere en los comportamientos sexuales. La seguridad del apego permite no tener miedo a la intimidad, estar tranquilo/a, seguro/a, receptivo/a a la experiencia, a lo que se vive.
Ha habido diversas teorías acerca del amor. La teoría del apego considera que el amor, aquello que nos impulsa a sentirnos atraídos, a buscar la proximidad, la seguridad en el contacto y la presencia con la una persona determinada, no es otra cosa que la motivación que hace posible la vinculación afectiva en los primeros años de la vida, pero en versión adulta.
Por tanto, el amor y el deseo erótico son dos dimensiones que no deben confundirse. Por un lado el amor es la necesidad de tener una figura de apego incondicional, accesible, que constituya la base de seguridad que contribuya a la estabilidad emocional. Por otro, el deseo sexual impulsa a las personas a satisfacer necesidades eróticas generalmente representadas en el imaginario erótico.
Debo insistir en que el deseo erótico y el amor son dos dimensiones distintas, tienen diferente origen y buscan distintos objetivos. Para comprenderlas hay que separarlas. Sin embargo estas dimensiones interactúan entre sí de modo que, o bien se potencian extraordinariamente, probablemente no hay mayor afrodisíaco que sentirse enamoradx, o bien se interfieren gravemente, dando lugar a dificultades, alteraciones y trastornos psicosexuales. También en esta dinámica podríamos encontrar algunas claves para comprender la violencia y las agresiones sexuales. No cabe duda de que estas alteraciones se producen por las interferencias que los perfiles inseguros de apego provocan en la experiencia afectivo-sexual. Estas afirmaciones están avaladas por un cúmulo de evidencia empírica reflejada en la literatura científica.
La relación entre apego y sexualidad es impresionante.
Gran frase para terminar
Muchas gracias por tu tiempo.