Entrevista a Manuel Lucas sobre la Sexología
- ¿Qué es ser sexólogo? Actualmente en España, ¿a través de qué formaciones se puede obtener la capacitación para ser consideradxs sexólogxs?
Yo creo que ser sexólogo o sentirse sexólogo o sexóloga es posiblemente lo mejor que uno puede sentir. Supone entrar en una de las ciencias más maravillosas que hay y poder comprender una de las dimensiones más importantes que tiene la vida, que es el hecho sexual humano.
Respecto a la segunda pregunta, hoy en día la profesión de Sexología en España, y prácticamente en el mundo, no es un oficio que esté en el catálogo de profesiones. No está reconocida profesionalmente porque no hay un grado, y al no existir un grado lo único que se puede hacer es formación posgrado. No hay tampoco Colegio Profesional de Sexología, aunque lo hemos intentado. Pero sí que hay personas que están formadas en Sexología y, a través de ellas, han empezado a aparecer los Másteres Universitarios. Yo creo que eso ha contribuido a que, poco a poco, la profesión de Sexología empiece a estar un poquito más prestigiada. Y, por tanto, cuando se habla de un sexólogo hoy en día se le toma más en serio que hace un tiempo. Sin embargo, aunque no exista la profesión de sexólogo, sí existen muchos profesionales de Psicología, de Medicina y de otras carreras que están formados en Sexología, y dependiendo del grado o de la formación de la que provengan, podrán hacer una serie de actividades profesionales o no. Por ejemplo, la Sexología clínica solamente la pueden hacer los médicos y los psicólogos clínicos o sanitarios, que son los que tienen la facultad para todo lo que supone la clínica y terapia sexológica. El resto de profesionales pueden hacer educación sexual, asesoramiento, etcétera.
- ¿Qué cosas deberíamos tener en cuenta a la hora de practicar la sexología? ¿Es necesario solicitar la habilitación de sexología clínica?
Eso dependerá, como he mencionado antes, de la profesión de la que se provenga. Uno va a poder hacer las cosas que le habilite previamente su formación anterior. Es decir, un maestro no puede montar una consulta. Un maestro puede hacer educación sexual, pero no puede montar una consulta de terapia sexológica. Una enfermera o enfermero puede, de alguna forma, hacer educación para la salud, y por ahí entra, por supuesto, todo lo que es la educación sexual en la Enfermería. Y luego puede hacer un poco de asesoramiento en la consulta, pero sin llegar a hacer una consulta total, porque no puede prescribir, por ejemplo, viagra.
Una persona que tenga únicamente el grado en Psicología tampoco puede tener una consulta de terapia, debería tener Psicología clínica o la habilitación como sanitario. Si tiene Psicología clínica o sanitaria, podrá hacer todo lo que le compete. Aun así, un psicólogo clínico o sanitario tampoco puede prescribir viagra, pero sí que se puede aconsejar que se lo prescriba otro profesional de la Medicina.
Solamente podrán prescribir los profesionales de la Medicina. Pero en cambio, si se encuentra con un problema relacionado con la salud mental, como puede ser un Trastorno Obsesivo-Compulsivo (TOC), lógicamente tendrá que pedirle ayuda a un profesional de la psicología clínica o sanitaria.
En resumen, ninguno tenemos ahora mismo capacidad para hacerlo todo. Pero hay muchas cosas que hacer en Sexología. De hecho, hacer educación sexual, de alguna forma, significa también hacer un poquito de terapia porque en la terapia se hace mucha educación sexual, y en el asesoramiento igual. Yo creo, por tanto, que es una cuestión de trabajar en equipo, que es lo que debemos de hacer ahora mismo.
El día que exista un grado estaremos hablando de otra cosa. Ahora bien, ¿puede existir un grado en Sexología? Es difícil, pero ya hay quien lo está planteando. Igual que yo, en su día, me planteé que debería existir un Máster oficial. Sobre todo, para que la Sexología estuviese en la Universidad y que no estuviera solamente en instituciones privadas. Desde que la Sexología entró en la Universidad ha salido a relucir otra de las patas más cojas que tiene la Sexología, que es la investigación. Desde que hemos empezado a hacer Trabajos de Fin de Máster e investigación, la investigación sexológica ha empezado a resurgir. En eso hemos sido bastante pioneros en la Sociedad Española de Intervención en Sexología (SEIS), en promover la investigación sexológica en la Universidad. También impulsamos la creación de un Título Oficial Universitario en Sexología, porque a través de él se puede dar el paso a hacer el Doctorado en Sexología, ahondando así todavía más en la investigación.
- Uno de los temas que más nos suele preocupar al alumnado que nos formamos en sexología son los límites de nuestro oficio. En este sentido, ¿dónde están nuestros límites como profesionales en el área de la educación y en el ámbito de la terapia sexual respectivamente?
El límite es lo que te da tu formación previa. Desde un postgrado en Sexología se te da una visión integradora y vas a oír hablar tanto de terapia como de educación sexual y, a partir de ahí, tienes unas competencias para trabajar. Pero como no existe profesión de Sexología, tienes que tener cuidado. Porque si abres una consulta sin estar habilitado para la terapia sexológica, cualquier psicólogo clínico o sanitario puede denunciar lo que estás haciendo. Si traspasas los límites de tu habilitación, te encontrarás con muchos enemigos. El primer enemigo sería el Colegio de Médicos o el Colegio de Psicólogos, que te puede denunciar por intrusión laboral. El segundo enemigo, serían tus propios pacientes. Porque si haces terapia con ellos y luego se enteran de que tú no puedes hacer eso, te pueden denunciar y te encontrarás frente a un lío gordo, no solo desde un punto de vista administrativo sino incluso penal. También tienes otro enemigo fundamental, y es que no puedes tener un seguro de responsabilidad civil. Porque el seguro de responsabilidad civil es el que te protege de las cosas que haces desde tu profesión base. Por último, otro enemigo que te puedes encontrar es la inspección de sanidad que puede llegar y pedirte el título que tienes para hacer lo que estás haciendo. Mucho cuidado con todo esto. Debemos tener claro lo que podemos y lo que no podemos hacer. Yo diría que la terapia es posiblemente la frontera con la que hay que tener más cuidado al cruzar. Pero lo que sí quiero transmitir es que se puede hacer mucho más allá de la terapia, para mí lo más importante es la educación sexual y el trabajo en Sexología comunitaria. Hay cantidad de personas que nos están esperando; personas con enfermedades crónicas, personas con diversidad funcional, padres y madres, personas mayores, personas con adicciones… En definitiva, muchos colectivos que están esperando a personas formadas en Sexología. Independientemente de que sea maestro, médico, psicólogo o enfermero, esas personas tienen la necesidad de que alguien trabaje con ellos en intervenciones comunitarias y eso es algo que, de alguna forma, todos lo podemos hacer. Todos y todas tenemos la capacidad de hacer un montón de cosas desde nuestra profesión base.
- A nivel personal, ¿qué aspectos de nosotrxs mismxs deberíamos deconstruir antes de practicar y ejercer como sexólogxs? ¿Cómo podemos trabajar las resistencias?
A nivel personal, yo siempre digo que cuando un cirujano va a intervenir en una intervención quirúrgica se hace una asepsia importante, porque sino puede contaminar a la persona que va a operar. La Sexología te presenta ante un tema muy, muy complicado. Entonces, a nivel personal, aparte de formarte profesionalmente muy bien en Sexología tienes que tratar también de intentar sanar las heridas que tengas que las cosas que te pasen de alguna forma y las heridas que tengas, intentar sanarlas. Esto es importante porque sino, la proyección que vas a hacer de todo eso puede hacer más daño que bien a las personas con la que estés trabajando. Por lo tanto, a nivel personal, aparte de formarte muy bien en todos los temas de forma integral, tienes también que hacer contigo mismo una reflexión importante y sanar las partes de ti mismo que estén mal. Porque en esta cultura en la que vivimos, con el daño que normalmente una cultura sexofóbica nos hace a todos y a todas, no está mal que nos enfrentemos también a esos daños e intentemos afrontarlo antes de intentar ayudar a que los demás afronten los suyos.
- Cómo sexólogxs entendemos que hay prácticas sexuales que están condenadas por las normas sociales, por ejemplo, la paidofilia o la zoofilia. Cómo profesionales ¿dónde deberíamos poner los límites dentro de lo que entendemos como prácticas sexuales sanas y las normas sociales?
En primer lugar, yo creo que la Sexología tiene que darse unos cuantos golpes de pecho por haber patologizado exageradamente la vida sexual de las personas. Somos los primeros que hemos contribuido a ello, no solamente la sociedad en general, sino desde la propia Sexología. El que sigamos todavía hablando de parafilias es precisamente un síntoma de ello. Que en un congreso de Sexología las personas hablen de parafilia y metan en el mismo saco a una persona a la que le excita que le orinen encima, y, por ejemplo, a una persona que está abusando de niños, no tiene ningún sentido. Y desgraciadamente en los congresos lo estamos viendo y se sigue haciendo. Yo creo que deberíamos empezar a despatologizar todo lo que no sea una cuestión delictiva o que haga daño a los demás. Podemos tener nuestras preferencias sexuales y, siempre que las dos personas que se encuentren acepten y consientan mutuamente y en igualdad de condiciones realizar esas prácticas, eso no tendría que estar absolutamente nunca en el campo de la patología. Ni siquiera denominarlos como parafilias. Creo que deberíamos hablar de filias y de gustos de cada persona. Y el límite del que me preguntáis hay que establecerlo siempre en el consentimiento claro y contundente. Ese debería ser el primer límite, no hacer algo con personas que no te han dado permiso o que no están en igualdad de condiciones para consentir, como es el caso de los niños. Tampoco se debe imponer, ni sutilmente ni a través de chantajes. Y el segundo límite debería ser el que marca la ley. Que no se transgredan las leyes y que no te metas en una cuestión de tipo penal. Teniendo claro esos dos límites, no habría ningún problema.
- Teniendo en cuenta el estatus de la Sexología como ciencia que estudia el hecho sexual humano… ¿En qué áreas actualmente hace más falta la investigación? Es decir, ¿qué investigaciones son importantes en estos momentos para darle mayor base académica y científica a la Sexología?
Actualmente estamos haciendo muchas investigaciones de tipo sociológico porque son, por lo general, más sencillas. Yo simplemente paso un cuestionario que está validado o hago una investigación cualitativa a través de entrevistas en profundidad. Se hacen muchas investigaciones cuantitativas de tipo exploratorio o tipo relacional uni o bivariante donde se relacionan variables como el deseo o el sexo. Todo eso está muy bien y, además, yo creo que está aportando muchísimos datos y conocimientos. Pero hay unas investigaciones que son absolutamente necesarias y de las que carecemos hoy en día. En concreto, yo diría tres que son importantes para profundizar mucho más en Sexología.
- Una es validar instrumentos. Desgraciadamente los instrumentos que tenemos hoy para hacer investigaciones se han hecho por metodólogos sin formación sexológica o sexólogos sin formación metodológica. Necesitamos validar más instrumentos de medida.
- Segundo, necesitamos investigaciones que estudien cambios en actitudes a través de la intervención. Por ejemplo, si yo quiero mejorar la satisfacción sexual en un grupo de personas con enfermedades crónicas, tendré que estudiar si, después de la intervención que yo he hecho con ellos, le ha cambiado realmente la satisfacción sexual, si han cambiado sus actitudes hacia la sexualidad, si son más erotofílicos ahora… Todo eso hay que investigarlo y actualmente se hacen menos investigaciones de este tipo de las que deberían.
- Por último, algo que es un poco más complicado, pero absolutamente necesario es la investigación experimental o cuasi experimental. Es concreto, las investigaciones randomizadas. La mayor parte de las terapias que hoy en día se aplican en Sexología, son terapias que no tienen evidencia clínica porque no se han hecho estudios randomizados. ¿Qué significan estudios randomizados? Estudios clínicos donde hay un grupo experimental al que se le aplica una terapia y un grupo control que no se está beneficiando de esa terapia. Esto ayuda a eliminar el sesgo importante del placebo. Hacer este tipo de investigaciones es un poco más complicado porque necesitas unos tipos de permisos muy complicados de obtener. Al fin y al cabo, a un grupo le has aplicado una terapia que le puede venir estupendamente bien y al otro no le estás haciendo esa terapia y no se están beneficiando de ello. En ocasiones, al grupo control se le llama también “en lista de espera” porque, aunque no hayan recibido la terapia, una vez que finaliza la investigación y se les comunica se les da la posibilidad de dársela en igualdad de condiciones.
- Por último, ¿qué consejos le darías a las personas que quieran estudiar sexología?
Les diría que se van a introducir en la ciencia posiblemente más maravillosa que ellos podrían haber pensado. Estudiar Sexología te cambia la vida, te cambia tu mente, te cambia la visión de las cosas… En general, todo el conocimiento te cambia la vida porque el conocimiento es libertad, pero la fuerza de cambio vital que te da la ciencia sexológica no te la da casi ninguna otra ciencia, porque implica enfrentarte a un tema que ha sido siempre olvidado y ninguneado, a pesar de que tu propia vida esté llena de eso que llamamos el hecho sexual. Por tanto, el primer consejo que les doy es que vayan con la idea de que muy posiblemente les va a cambiar la vida, y si no les cambia la vida es porque realmente no han hecho bien los deberes ellos o los docentes que enseñaban Sexología.
El otro consejo que les doy es que, al igual que te cambia la vida, te pone tres pasos por delante de los demás en algunos aspectos. Y, si tienen pareja, una pareja a la que quieren y con la que están compartiendo un proyecto de vida, que den permeabilidad de lo que están haciendo y aprendan junto a su pareja. Porque yo ya tengo la experiencia después de tantos años de docencia en Sexología de que muchas veces, que una persona se ponga a estudiar Sexología la distancia de la pareja, porque la pareja no acaba de comprender muy bien toda la formación y el cambio que se está produciendo en el estudiante de Sexología. Compartir la Sexología y todo lo que se aprenda con la pareja puede ayudarles a ponerse en el mismo paso. Y esto es importantísimo.